El partido de ayer que enfrentaba a Brasil (la "canarinha") y a Croacia daba el pistoletazo de salida a un mundial que está envuelto en una gran polémica.
A lo largo de estos últimos meses ha sido noticia el fallecimiento de varios trabajadores que, bajo mucha presión, se veían obligados a trabajar al 200% en unas pésimas condiciones de seguridad, para acabar los lujosos estadios, e instalaciones, en los que se disputaría el mundial de Brasil 2014:

Estadio Arena do Corinthians en construcción (Google)
¿Es correcto que un país subdesarrollado invierta 11.000 millones de dólares, unos 8.100 millones de euros, en construir y remodelar estadios?
La respuesta es bien sencilla: NO.
Brasil presenta una economía muy potente (se estima que crezca entorno a un 2% este año), rica como ninguna en recursos naturales, pero castigada por el desorden y la delincuencia típica de las favelas, así como por la tiranía de sus gobernantes, aspecto típico de todos los países del sur de América.
La cabeza más visible de los desórdenes gubernamentales es la presidenta de Brasil Dilma Rousseff, a quienes sus compatriotas, parece ser, no le tienen especial aprecio. Precisamente ayer, en la ceremonia inaugural del partido, podía oírse un unísono: "Ei Dilma, vai a tomar no cú" (Algo así como: Eh Dilma, vete a tomar por el culo).
Según una encuesta realizada por el Pew Research Center, el 61% de los brasileños no están de acuerdo con ser anfitriones de la Copa del Mundo, algo que parece desentonar un poco con el color amarillo de las gradas que se vio ayer en el Arena do Corinthians.
Sin embargo, si miramos el mundial desde el lado "del pueblo", el descontento puede palparse en la calle: no todo es samba, alegría y carnaval como pretenden hacer creer.
La mayoría de los brasileños opinan que ese dinero público podría haberse invertido mejor en transporte, educación y sanidad, y razón no les falta. Para que un gigante como Brasil pueda crecer, necesita buenas infraestructuras que les permitan conectar con el mundo y que sus habitantes estén formados.
Concretamente ayer, en Río de Janeiro, tuvo lugar una gran movilización, cuyo subyacente, además mundial de fútbol, fue el incremento del precio en el transporte público al que van a tener que enfrentarse los brasileños.
Las imágenes son de lo más variopinto, las que más me han llamado la atención han sido dos, una pancarta en la que puede leerse "We don't need the World Cup, We need money for hospitals and education" y una foto de un periodista de Reuters herido debido a las fuertes cargas policiales:
Fuente: Twitter
Todo este descontento popular no sólo viene de la mano del mundial, si no que también se debe a la elección de Brasil como sede de los JJOO de 2016.

Fuente: Google
Todo parece indicar que en las próximas elecciones, que tendrán lugar en Octubre, Dilma Rousseff se lleverá un fuerte tirón de orejas.
Salu2,
Ana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario